Edificio Moneo

La huella de Pilar Juncosa

El edificio Moneo, sede de la Fundació Miró Mallorca, fue inaugurado el 19 de diciembre de 1992. Fue proyectado por el reconocido arquitecto Rafael Moneo, ganador del Pritzker Arquitecture Prize en 1996 y es el resultado de la donación de Pilar Juncosa, viuda de Miró, que el 1986 cede unos terrenos y 42 obras para que sean subastadas por Sotheby’s en beneficio de la institución.

El desarrollo urbanístico de los años 70 preocupa a Joan Miró, que manifiesta su inquietud por el destino de sus talleres. De este modo, en 1981, gracias a la visión de futuro del artista y su mujer, Pilar Juncosa, redactan los estatutos que regirán la Fundació y hacen una cesión tanto de los talleres como de un fondo de obra y documental.

Los estudios de Joan Miró no eran un espacio adecuado ni suficiente para mostrar la colección legada y es cuando se plantea la creación de la sede fundacional, que posibilita la integración del arte en la arquitectura y la creación de un centro vivo, en consonancia con los deseos del artista.

Cuando Moneo visitó los terrenos para la nueva sede de la Fundación quedó consternado por el desastre urbanístico del entorno y esto condicionó su diseño. El edificio, desde la misma entrada, prueba de escamotear al visitante la vista de las construcciones de los alrededores.

Moneo plantea dos elementos arquitectónicos de hormigón, nítidamente diferenciados, a pesar de que estrechamente enlazados. Por un lado, una construcción lineal de tres plantas y cubierta plana para albergar los servicios, con un solo vacío al norte y con un pórtico al sur abastecido de brise-soleils que tamizan la luz. Por otro, un volumen en forma de estrella, con una cubierta de agua, una especie de trompe-l’oeil que simula acercar el mar y el horizonte al observador, emulando la visión de la que disfrutaba Miró.

El espacio Estrella: sala principal del edificio Moneo

La planta estrellada recuerda una ciudadela que se defiende mediante sus baluartes del entorno urbanístico hostil que lo rodea. En cambio, el interior se aleja de esta percepción.

Los muros exteriores de hormigón filtran la luz con un doble tamiz de brise-soleils exteriores, revestidos en el interior de placas translúcidas de alabastro. Cuando el sol baña el edificio este espacio estrellado se vuelve una caja de resonancia de luces reflejadas por el agua que lo circunda. Las ventanas bajas permiten al visitante establecer contacto visual únicamente con los estanques que lo rodean parcialmente y con los jardines.

El exterior de una de las puntas del Espacio estrella está decorado con un mural cerámico, inspirado en una obra de Miró, realizado por la ceramista Maria Antònia Carrió. Los jardines de la Fundació recuperan, en parte, el entorno natural perdido y, además, permiten la fusión entre arte y naturaleza, por la cual siempre había abogado Miró.

En una entrevista concedida el año 1951 Miró había afirmado: “Una escultura tendría que erigirse al aire libre, en medio de la naturaleza”[1].  Las esculturas de Miró en los jardines de la Fundació obedecen a estos principios y se mezclan con su entorno paisajístico.

El edificio diseñado por Moneo proporciona a la Miró Mallorca Fundació espacios expositivos, biblioteca, auditorio, oficinas, tienda y cafetería. La cafetería alberga también un mural cerámico que realizó Joan Gardy Artigas a partir del esbozo para la pintura mural de Cincinnati del año 1947, dibujo que se conserva en el fondo de la Fundació.

 

[1] Entrevista de Georges Charbonnier a Joan Miró, 1951, a Margit Rowell (ed.), Joan Miró: Selected Writings and Interviews, Londres: Thames and Hudson, 1987, pàg. 221.