Edificio Moneo

Espai Zero

El edificio Moneo, sede actual de la Miró Mallorca Fundació se inauguró en 1992. Proyectado por el arquitecto Rafael Moneo es el resultado de la donación de Pilar Juncosa, viuda de Miró, a la ciudad de Palma.

  • Espacio de exposición

    • Espai Zero
  • Fechas

    • 18 septiembre 2024 — 23 marzo 2025
  • Inauguración

    • 18 septiembre 2024
    • 17:30
Exposiciones

Laia Ventayol G. «Ecotrò»

18 septiembre 2024 — 23 marzo 2025

La exposición, comisariada por Aina Pomar, nace del viaje de Laia Ventayol García a la isla de Jeju y de su interacción con las "haenyeos", las buceadoras de Corea del Sur, que utilizan técnicas ancestrales de pesca y de respiración en apnea.

Un ecotono es una zona de transición entre dos comunidades o biomas adyacentes diferentes. Las raíces eco «hogar», y tono «tensión», unidas a la palabra «trueno», el eco vibrante del rayo, incitan a sentirse en casa en la tensión temblorosa del espacio a medio camino. Laia Ventayol García es muy consciente de la disolución de las divisiones entre espacios simbólicos y físicos al trabajar en proyectos que se aproximan al agua.

El ecotono reverbera a través del espacio expositivo. El proyecto de la artista, emerge en esta membrana de interacción donde nada está estático. Un movimiento de ida y vuelta es necesario para asumir que en el no saber y en el intercambio reside el conocimiento que circula.

 

LAIA VENTAYOL GARCÍA           

ECOTRÒ

por la comisaria Aina Pomar Cloquell

 

Existe una técnica de apnea entre las haenyeos, las comunidades de mujeres buceadoras de Corea del Sur, denominada sumbisori, que se transmite de generación en generación. Después de aguantar la respiración debajo el mar, emergen a la superficie y exhalan rápidamente el dióxido de carbono acumulado en el cuerpo para inmediatamente inhalar oxígeno. De este proceso veloz en resulta un silbato agudo que podría compararse al aliento furioso que expulsan las ballenas al subir a la superficie. Este tiene una frecuencia alta que permite que las otras buceadoras lo puedan oír a través del agua. Cada buceadora tiene su propio sumbisori, una de sus expresiones de lenguaje marino.

El sentido de comunidad, protección y respeto caracteriza la identidad de estas “mujeres del mar” (la traducción literal de haenyeo) y asegura la continuidad del oficio. A pesar de que han pasado de ser más de veinticinco mil a menos de cuatro mil buceadoras en la isla de Jeju en los últimos cincuenta años, muchas mujeres no tienen intención de dejar el mar y la gran mayoría pueden bucear pasados los sesenta años. Los cuerpos de las más viejas se expusieron en temperaturas extremadamente frías de las profundidades del agua desde muy pequeñas, y esto los ha conferido una resistencia propia de seres marinos.

El cuidado del grupo y el respecto a los límites del propio cuerpo son esenciales. Hay una jerarquía interna entre las haenyeos que establece a qué grupo pertenece cada buceadora según el tiempo que aguanta la respiración y la profundidad a la que puede nadar. Las más experimentadas pueden aguantar la respiración durante dos minutos y bajar unos dieciséis metros. Para no aguantar más del que cada una puede, el entrenamiento físico acontece tanto o más importante que el mental. Se trata de no sucumbir a la codicia cuando ven una presa suculenta que les aportará una mayor paga. El aprendizaje consiste en un intercambio con el medio y una negociación con el propio cuerpo. El equilibrio no es fácil cuando el medio que te acoge es también el que puede llevarse el aliento.

 

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El hacer colectivo, el agua y la circulación de conocimientos son a menudo presentes en el trabajo de Laia Ventanyol García. Hay, además, una fascinación hacia las haenyeos por el hecho de existir en un espacio híbrido. No pertenecen ni a la tierra firme ni al agua, y a la vez habitan ambos. Tan importante es poder subir a la superficie como sumergirse. El sumbisori es un elemento de mediación entre estos dos movimientos y permite poder salir del agua, teniendo cuidado de que los pulmones aguantarán al volver a bajar.

Hay otras que ayudan a continuar buceando usando la mínima tecnología. Las orejas de mar de nácar que reflejan la luz debajo el agua son reclamos que ellas lanzan al lugar donde han identificado una presa y les permiten subir a recuperar oxígeno. Las boyas, denominadas tewak, hechas de poliestireno y recubiertas con una tela naranja vistosa, sirven de señal y de colgadores de las redes donde recogen la pesca.

Durante la estancia en Jeju, las tewaka que flotaban en el mar o las redes y restos de pesca en la acera permitían a Laia Ventanyol García identificar grupos de haenyeos en la costa. Después de alguna tímida visita, la artista inició movimientos de aproximación. Los primeros consistieron en tres preguntas: “¿Habéis pescado mucho?”, “¿Os puedo ayudar?” y “¿Os gustan las flores?

Respondieron “Sí” a las flores. Aceptaron el gesto y, con esta confianza encontrada, pudo sacarlas del agua.

Las flores miden así la decisión de pasar del mundo líquido al mundo sólido, el de las palabras. El espacio de la tierra firme donde podemos llegar a conocer una de las figuras centrales de esta historia: Hyun Sunijk Samdai, la Ballena.

 

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En los pasillos kilométricos de los mercados de Seúl se ven algunos pulpos, peces y crustáceos coreanos, pero sobre todo un despliegue de abundancia y exotismo: cangrejos de Rusia, mejillones gigantes de Noruega, y otras especies marinas de colores brillantes. La ingeniería de los tanques acuáticos permite crear circuitos de agua que simulan ecosistemas marinos para exponer las especies en un medio hostil.

Las técnicas ancestrales de buceo y las herramientas sobrias que utilizan las buceadoras de la isla de Jeju contrastan con las dinámicas de consumo y demanda de estos mercados, pero no son ajenas.

Ventanyol García es muy consciente de la disolución de las divisiones entre espacios simbólicos y físicos cuando trabaja en proyectos que se aproximan al agua. Recuerda que el agua puede ser un archivo, estático y situado, como el que denominamos local, pero su fluidez permite que el conocimiento archivado se mueva globalmente de forma interconexionada.

En este sentido, los trabajos de Laia Ventanyol García recuperan el concepto de transcorporalidad de Stacey Alaimo,[1] el cual define el espacio-tiempo donde la corporalidad humana es inseparable del entorno, y por tanto, se hace difícil presentar el medio natural como un espacio inerte de extracción de recursos para nuestro uso: el humano siempre se entrelaza con el mundo más-que-humano.

 

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Un ecotono es una zona de transición entre dos comunidades o biomas adyacentes diferentes. El límite entre un bosque y un prado, un estuario, zonas de marea o humedales son ejemplos de estos espacios membrana donde la biodiversidad es alta y densa, donde organismos de los dos medios interaccionan.

Astrida Neimanis, conocida por sus teorías ligadas a la hidrofeminismo entiende los ecotonos como una membrana acuosa formada por las raíces eco ”hogar”, y tò “tensión” que nos incita a aprender a sentirnos a casa en la tensión temblorosa del espacio a medio camino: “No other home is available. In-between nature and culture, in-between biology and philosophy, in-between the human and everything we ram ourselves up against, everything we desperately shield ourselves from, everything we throw ourselves into, wrecked and recklessly, watching, amazed, as our skins become thinner.[2]

El ecotono reverbera a través del espacio expositivo. Este es un proyecto que emerge y se prolonga a través de esta membrana de intercambio donde nada es estático. Un movimiento de ida y vuelta es necesario para asumir que en el no-saber y en el intercambio reside el conocimiento que circula.

 

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En els textos recogidos en seu llibro Inclinacions, Adriana Cavarero[3] formula una crítica a la rectitud, mientras repasa como la postura inclinada ha sido presentada en el arte, la literatura y deprisa filosóficos. Cavarero afirma, por un lado, que la inclinación se puede relacionar con la vocación del oficio artístico y en otros casos, ligado a un sentido tradicionalmente maternal, nos conduce a una postura próxima la organización de las haenyeos: aquella que acepta la vulnerabilidad y el cuidado, y se articula en sentido relacional.

En su mismo pliego, las esculturas de Ventanyol García huyen de la rectitud. Su estructura redondeada hace que estén inmóviles solo en ciertas posiciones posibles. No tienen, en ningún caso, la intención de ser ni conclusivas ni estáticas. Nos trasladan a un ámbito tanto lejano como doméstico.

Las visten reclamos e ingenierías: tejidos negros y naranjas, conchas nacaradas, flores. Unas cuelgan, otros se sostienen por contacto magnético. Son elementos-membrana propios de zonas de contacto que columpian historias de cura y comunidad de otra isla lejana.

 

[1] Alaimo, Stacy & Hekman, Susan. Material feminisms. Indiana University Press. Bloomington & Indianapolis 2008, 338-264.

[2] Neimanis, Astrida. “Hydrofeminism: Or, On Becoming a Body of Water.” a Undutiful Daughters: Mobilizing Future Concepts, Bodies and Subjectivities in Feminist Thought and Practice, eds. Henriette Gunkel, Chrysanthi Nigianni and Fanny Söderbäck. New York: Palgrave Macmillan, 2012. p. 108

[3] Cavarero, Adriana. Inclinacions. Crítica de la rectitud. Fragmenta Editorial, 2022-


Laia Ventayol García

  • Fotografia © Laia Ventayol García

Bio de Laia Ventayol García

Laia Ventayol García (1984, Artà) es artista visual e investigadora. En su investigación, utiliza medios basados en el tiempo, como el vídeo, la performance, la instalación o la conversación. A nivel conceptual, se interesa por la circulación del conocimiento y de los afectos, así como por el trabajo en colectivo. Reside actualmente en Mallorca, trabaja en la Universitat de les Illes Balears, y se formó anteriormente en Alemania, en la Akademie der Bildenden Künste de Nürnberg, en la Hochschule für Gestaltung de Karlsruhe y en la Kunstakademie Münster.

Ha participado a varias exposiciones en grupo, como son Ones Waves Olas en el Casal Solleric de Palma y Intercanvis a Dilalica de Barcelona durante el 2023; All Together Now al Seoul Museum of Art Nanji Exhibition Hall y Fermentacions Especulatives en el Centre Arbar de la Vall de Santa Creu en 2022; Uns altres temps en 2021 a The Green Parrot Barcelona y The King, the Garden-City, the Chorus & the Captain a Arnis durante el 2019. Como exposiciones individuales destaca Balancí en la Galeria Maior de Pollença y Über den Ton hinaus (a dúo con Jieun Kim) en la Kunsthalle de la Akademie der Bildenden Künste Nürnberg. Actualmente es artista residente en el centro de creación Casa Planas.

  • Aina Pomar
  • Fotografia © Joe Curtin

Bio Aina Pomar / Comisaria de la exposición

Aina Pomar Cloquell (Palma, 1986) es comisaria independente y coordinadora de proyectos. Su práctica curatorial se centra en la relación entre territorio, identidad y modelos de pensamiento. Recientemente, se ha aproximado en los estudios insulares, explorando la noción de isla, archipiélago y mar desde una perspectiva relacional.

Ha comisariado proyectos en Babel Mallorca, Santanyí; Studio Weil, Andraitx; Casal Solleric, Palma; La Casa Encendida, Madrid; Copperfield, London; TACA, Palma; SCAN, London; y The Ryder Projects, London. Ha colaborado como investigadora y consultora para proyectos con la School of Commons, Zurich, con el artista Yorgos Petrou y la plataforma de conservación marina Med Gardens (Fundación Cleanwave). Ha sido seleccionada para premios del Casal Solleric, Palma; el premio Inéditos 2022, La Casa Encendida, Madrid; y por el Institut d’Estudis Baleàrics.

Anteriormente  ha sido gerente de la galería Copperfield London y jefe de proyectos y residencias en L21 Gallery, Palma. Actualmente es coordinadora de programas públicos en la Fundación Juan March Palma.