Edificio Moneo
Espai Cúbic
El edificio Moneo, sede actual de la Miró Mallorca Fundació se inauguró en 1992. Proyectado por el arquitecto Rafael Moneo es el resultado de la donación de Pilar Juncosa, viuda de Miró, a la ciudad de Palma.
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Espacio de exposición
- Espai Cúbic
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Fechas
- 18 septiembre 2024 — 30 marzo 2025
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Inauguración
- 18 septiembre 2024
- 17:30
Calder & Miró. «Convidats»
Joan Miró recibe a sus amigos en la Fundació que lleva su nombre. Artistas con los que sintonizó, compañeros de viaje con quienes compartió su concepción del arte. A través de esas confrontaciones amistosas, nueva línea de trabajo de la Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca que inauguramos con Alexander Calder, profundizaremos en el conocimiento sobre nuestro artista.
La relación entre Joan Miró y Alexander Calder se inició en 1928, en París, donde ambos coincidieron en un periodo de transformación de su arte. Desde aquel primer encuentro, los artistas mantuvieron un estrecho contacto y una sincera amistad. En palabras de Joan Punyet Miró, la comunión que existía entre Calder y Miró era mágica, “una relación mística, porque ambos tenían su mirada dirigida hacia el universo, al gran enigma”. Artistas de personalidades antagónicas (reservado e introspectivo, el catalán; expansivo y expresivo el americano) desarrollaron, sin embargo, conceptos artísticos similares, llegándose a describir las construcciones de Calder como abstracciones de Miró en tres dimensiones.
Los dos stabiles de Alexander Calder que aquí se exponen datan de 1931 y ejemplifican la búsqueda del equilibrio, aún sobre el suelo, y el camino hacia la ingravidez que caracterizaría toda su obra futura. Marcan un momento de cambio radical en que se produce el giro de la obra de Calder hacia la abstracción y especialmente el salto hacia la tercera dimensión, de manera simultánea a las exploraciones espaciales y formales de Miró una vez concluida su etapa figurativa. Ambos artistas dejan atrás una producción que parte de la observación de la realidad exterior y la plasma de manera literal, para evolucionar hacia una obra que aspira a convertirse en un universo en sí misma.
Calder iniciaba en esos años su fascinación por las constelaciones y las reglas estrictas que rigen unos movimientos celestes aparentemente aleatorios, tal como muestra el dibujo de nuestra colección fechado en 1932. Este interés daría lugar a la serie Constellations realizada en 1943 en Roxbury, Connecticut. Paradójicamente, Miró acababa de finalizar sus veintitrés Constel.lacions, serie iniciada en 1940 en Varengeville-sur-Mer, donde de nuevo coincidió con Calder, y finalizada en 1941, entre Mallorca y Mont-roig. Presentamos aquí una selección de Constelaciones extraídas del libro de artista publicado por André Breton en 1959 con reproducciones en pochoir de los gouaches originales de Miró.
El reencuentro definitivo entre ambos se producirá con los sucesivos viajes de Miró a Estados Unidos a partir de 1947, año en que realiza el mural para el Terrace Plaza Hotel de Cincinnati, en el que se incluirá también un gran mobile de Calder, anticipando las futuras intervenciones de uno y otro en espacios urbanos. Allí podrán al fin materializar la aspiración de sacar su obra a la calle y llegar al máximo número de personas, inquietud compartida que recoge el proyecto de Mural Scrolls (c.1948-1949) en el que ambos participaron y del que aquí mostramos una de las pruebas realizadas por Miró.
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A partir de este momento, el diálogo y los encuentros serán constantes, desde el proyecto de la Fondation Maeght, materialización de la ansiada unión entre arte y arquitectura, hasta la inauguración de la Fundació Joan Miró de Barcelona, a la cual Calder donó la Fuente de Mercurio, símbolo de los primeros momentos compartidos en París y Barcelona, de las representaciones del Circo en Mont-roig, las exposiciones de ADLAN y el Pabellón de 1937.
En su camino hacia la ingravidez, la obra de Calder se depura hasta convertirse en un simple signo en el aire, al igual que Miró se interesa por el movimiento en el vacío y las trazas invisibles que deja la obra, tanto en el espacio que ocupa como la irradiación en el espectador que la observa. El universo entero tiene cabida en un objeto, un mobile-stabile de Calder o un cuadro de Miró.