Reapertura del Espai Estrella. Inauguración de las exposiciones «El Miró de Son Boter» y «Rif Spahni. Instante y memoria». 14.10 __ 19 h.
“ La estrella y el azul del mar, vuelven a Miró” _Rafael Moneo
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El Edificio Moneo, sede de la Fundació Pilar i Joan Miró a Mallorca, celebra su 30 aniversario con la reapertura del Espai Estrella y las exposiciones «El Miró de Son Boter» y, de forma paralela, «Rif Spahni. Instante y memoria».
Acto de inauguración, viernes, 14 de octubre:
• 19 h bienvenida y parlamentos.
• 19.30 h “Bailando con las estrellas”. Actuación performática de danza en la cubierta del Edificio Moneo a cargo del bailarín y coreógrafo Hugo Fanari.
• 19.45 h recorrido por las exposiciones “El Miró de Son Boter” y “Rif Spahni. Instante y memoria”.
• 20.30 h cóctel y fiesta de inauguración en los jardines de la Fundació.
• 22 h clausura.
La Fundació cuenta con tres edificios singulares que constituyen uno de los conjuntos arquitectónicos más valiosos de Mallorca. El Taller Sert, estudio diseñado por el amigo y arquitecto Josep Lluís Sert y construido en 1956; Son Boter, “possessió” (casa señorial) típica mallorquina de carácter rural que data del siglo XVIII, el edificio más antiguo de la Fundación que se convierte en el segundo estudio de Joan Miró en Mallorca; y el Edificio Moneo, sede de la fundación, diseñado por Rafael Moneo e inaugurado en 1992. Las dos primeras construcciones se han declarado bienes de interés cultural (BIC).
El Edificio Moneo fue proyectado por el reconocido arquitecto Rafael Moneo, ganador del Pritzker Arquitecture Prize en 1996. Es el resultado de la donación de Pilar Juncosa, viuda de Miró, que en 1986 cede unos terrenos y 42 obras de su marido para que sean subastadas por Sotheby’s a beneficio de la institución.
El Espai Estrella del Edificio Moneo tuvo que cerrar para someterse a un proceso de rehabilitación, mantenimiento y seguridad, tal como ya se hizo en 2017 con el Taller Sert. La dirección de la obra la ha llevado a cabo el área de Infraestructuras del Ajuntament de Palma.
La zona donde se han centrado los trabajos de rehabilitación ha sido, principalmente, la cubierta de agua que da la bienvenida al visitante. Una especie de trompe-l’oeil que simula acercar el mar y el horizonte al observador, de una forma similar a la visión de la cual disfrutaba Miró. Tras múltiples trámites y estudios preliminares, finalmente se han podido reparar las deficiencias poniendo así nuevamente este importante patrimonio inmueble al alcance de todo el mundo.
"El Miró de Son Boter"
Cuando a los 66 años finalmente comienza a trabajar en el nuevo taller diseñado por Sert, Miró no da por finalizada la búsqueda de su definitivo territorio de creación. Los estudios de Joan Miró en Mallorca se amplían en 1959 con la adquisición de Son Boter, posesión del siglo XVIII contigua a Son Abrines, que junto con el Taller Sert (1956) y el Edificio Moneo (1992) configuran la Fundación Pilar i Joan Miró a Mallorca. En este territorio creativo Miró trabajó ininterrumpidamente hasta su muerte en 1983 y aquí realizaría una tercera parte de su producción artística.
El Miró de Son Boter es muy diferente al Miró del Taller Sert. La forma de trabajar en Son Boter y el formato de las obras es diferente, como también lo es la relación con el propio espacio de la arquitectura. En Son Boter, Miró se encuentra con unas estancias cargadas de historias en las que todavía resuenan los espíritus del pasado. Son Boter es la cueva, el regreso al vientre materno, donde desde el primer momento Miró se ha sentido en casa. Es conocido el impacto que le provocó el edificio de Sert y como antes de empezar a trabajar sintió la necesidad de hacerlo suyo, creando una segunda piel que se superpusiera a la arquitectura, la cual aún así mantiene su independencia. En cambio en Son Boter, la presencia del artista y su obra se funden con la construcción; el trazo mismo de Miró acaba formando parte de los muros, las salpicaduras de los trípticos sobre el pavimento, sus objetos encontrados y esculturas colonizando y transfigurando el espacio. Todo el edificio se convierte en un enorme “bloc de notas” donde podemos “leer” e interpretar el proceso creativo mironiano a través de sus huellas.
Son Boter se dedicó a los grandes formatos, esculturas y proyectos de obra pública, demás de los talleres de obra gráfica que le evitaban desplazamientos a Barcelona. Es aquí donde Miró definitivamente da el salto a la tercera dimensión, traspasa la superficie de la tela y llega a aquella multitud anónima a la que siempre había aspirado; sea con la experiencia inmersiva de los trípticos, las pinturas de grandes dimensiones, las esculturas para espacios públicos o el tiraje de estampas al alcance de un público más amplio.
Esta exposición temporal presenta una visión de nuestra colección en relación al estudio de Son Boter, estructurada en torno a grupos conformados por una selección de obras que definen un mismo proyecto y siempre acompañadas por el soporte gráfico que revela su presencia en el espacio, con el que formaban un todo indivisible. Las salas expositivas, como el propio Son Boter, se convierten así en una transcripción directa del proceso creativo mironiano, desde el primer grafiti o dibujo hasta la obra terminada, pasando por los objetos, bocetos y maquetas que han conducido a su conclusión.
En Son Boter el artista se hace inmenso, se impone en el edificio. En el Taller Sert su intervención es más quirúrgica; la obra del artista y del arquitecto conviven. En Son Boter se convierten en una única cosa. Cuando entramos en Son Boter, sólo Miró nos rodea.
“Rif Spahni. Instante y memoria”
La exposición se ha organizado en colaboración con el fotógrafo y se estructura en tres ámbitos que recogen diferentes miradas y complementarias en el espacio de Son Boter.
Las fotografías en blanco y negro de la primera parte de la exposición captan un instante suspendido, justo antes del nacimiento de la obra: juegos de luz, sombras, objetos, grafitos y fragmentos de Son Boter. La tensión del momento, previo a la creación, se recrea en la observación y la acción del fotógrafo y en su intención de intentar captarla. Ahora es él quien, como antes Miró, se empapa del espacio y se deja llevar por su vibración y la carga del pasado, del que Miró forma parte. Ninguno de los dos sabe dónde le llevará la obra ni como acabará. “Me dejo llevar por esta energía, por lo que veo, lo que siento y lo que el espacio me pide”.
Las trazas, las marcas y los restos que quedan al final del proceso creativo es el que recoge la segunda parte de la exposición, con las fotografías magnificadas de las manchas de pintura sobre el pavimento. Un ejercicio de observación que va más allá de la representación y de la interpretación; las improntas que Miró ha dejado en el edificio no son sólo manchas de pintura, sino evidencias que permiten reconstruir su memoria, las energías, los movimientos y el tiempo del artista. “Un momento de reflexión frente a la obra, dejando gotear el pincel, pensando cómo continuar.”